(Entrada orginalmente publicada en plushitoria)
Recuerdo un día de clase en el que se me ocurrió preguntar si no había historiadores mujeres. Y me respondieron que no.
Pobre
de mí que al principio me lo creí al pie de la letra. Pero por fortuna,
un libro llamado “Las olvidadas” cayó en mis manos. Su lectura me
descubrió varias vidas de mujeres que se salían del molde.
Cristina de Pizan fue una de ellas.

Nacida en el siglo XIV en el seno de una familia veneciana acomodada fue filósofa, poeta humanista e historiadora.
¿Cómo pudo ser? ¿Cómo pudo una mujer llegar a alcanzar tal cultura?
Como
era tradición entre las familias acomodadas, fue casada con quince años
con el secretario del rey de Francia, tras la prematura muerte de su
esposo se quedó a cargo de su madre, de sus tres hijos y de una sobrina.
Acosada
por los prestamistas de su difundo marido, encontró refugio en la
biblioteca del palacio real de Carlos V. Y fue ahí donde decidió
escribir, primero sobre el amor y luego sobre el desamor, para sacar
adelante a su extensa familia.
Algunos
se atreven a definirla como la primera feminista por defender la
igualdad intelectual de las mujeres en numerosas cartas que dedicaba a
sus detractores o reyes; principalmente al autor de “La novela de la
Rosa.” (Obra de corte misógino)
Pero
Cristina de Pizan no encontró solo detractores en sus contemporáneos
masculinos, su producción literaria alcanzó tal éxito que la misma Casa
Real Francesa le pidió una biografía sobre la vida y obra del difunto
Carlos V.
Sus
últimas obras recogen la vida de otra mujer extraordinaria; Juana de
Arco, sentenciada a morir en la hoguera por “osar llevar ropaje
masculino, ofendiendo con ello a Dios y rompiendo el orden que él creó.”
En
conclusión, además de tener una cultura superior a la de muchos
hombres, fue admirada por nobles de ambos sexos y pudo mantener, gracias
a la calidad de su producción literaria a su familia, pese a los
innumerables intentos de que dejara de escribir o de desprestigiarse su
obra.
Obras:
-La ciudad de las damas.
-La rosa y el príncipe.
-La mutación de la fortuna.
-Epístola a la reina Isabel.
Pero claro; para los libros de texto, las mujeres no hicieron nada.
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