martes, 17 de noviembre de 2015

Monos, gallinas, suricatos y humanos.



¿Qué nos diferenciad de los demás animales?

Aunque a priori parezca fácil establecer lo que nos diferencia a los seres humanos del resto de animales; centrarnos solo en unos puntos específicos, elegir lo más significativo es algo complicado.

La respuesta popularmente elegida es el “bidepismo” pero esto no es un rasgo único de nuestra especie; las gallinas, los pavos reales y los suricatos se desplazan sobre dos patas. 

 

Así que mitos aparte, lo que nos diferencia son cosas más simples y rutinarias. Vivimos en sociedades donde los lazos familiares, afectivos y amistades juegan un papel imprescindible en nuestras vidas. Nos relacionamos con los demás por el placer de hacerlo y no con el fin único de supervivencia. En este aspecto desarrollamos celos, sentimos y trasmitimos nuestros sentimientos, cuando algo nos indigna o nos sentimos ultrajados no dudamos en dar voz a nuestras quejas y compartirlas con los demás.

También, en ámbito social es imprescindible destacar la cultura, la capacidad que tenemos de hacer algo creativo para expresarnos y hasta en ocasiones lucrarnos.
La visión de la muerte, el miedo y la incertidumbre a lo que hay más allá nos ha obligado a crear mitos, leyendas, culturas, tradiciones y religiones para calmar la agonía que su presencia nos provoca desde tiempos inmemorables. Somos los únicos que entendemos la muerte y sabemos anticiparnos a ella, ya sea construyendo  pirámides donde descansaran nuestros restos o redactando testamentos para repartir nuestras pertenencia. 
Respecto a esto último, el ser humano ha desarrollado una cultura material que nos ha empujado a dedicar nuestra vida a conseguir recursos para obtener más poder dentro del grupo y distinguirnos. Para el ser humano la economía es un pilar fundamental para el desarrollo de la sociedad.

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Otro aspecto a destacar es la capacidad de crear herramientas y emplearlos no solo como prolongación del cuerpo si no como una “ayuda” extra. Por ejemplo, un chimpancé con un silex golpea a su presa con la piedra como si esta fuese su puño, en cambio nosotros asumimos que corta y lo empleamos como un cuchillo para descuartizarla.

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Físicamente el rasgo más característico que nos distingue es el pulgar oponible y la capacidad de emplear las manos para transportar objetos o líquidos. Además, el bipedismo convirtió el parto en un acontecimiento social debido a su complejidad y a la incompetencia de los recién nacidos que dependen de un adulto hasta los dos años más o menos.

El empleo de utillaje, el manejo del fuego y el aumento de la resilencia (capacidad de improvisación y superación ante una adversidad) derivó en una dieta más compleja que fue el empuje final en la carrera de la evolución humana. Al poder cocinar y conservar durante más tiempo los alimentos, el ser humano adquiere más energía (las proteínas animales sacian más que los vegetales) y libera su tiempo para desarrollar otras habilidades como la escritura u otros tipos de trabajos.
 

En conclusión, lo que nos diferencia de los animales son aspectos apreciables a primera vista como la morfología de nuestro cuerpo y otros que se desarrollan en el interior de nuestro cerebro como nuestra capacidad de lenguaje, de crear objetos, de relacionarnos y de superar adversidades.

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